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En San Cristóbal la vida sigue como si nada está pasando

En San Cristóbal la vida sigue como si nada está pasando.

Los puestos de empana­das tienen una clientela co­mo un día común y corrien­te, las aceras se convierten en salones de belleza, y cuando pasa la camioneta de Listín Diario sus habitan­tes vociferan con desdén: “Miren a los reporteros”. Acto seguido, se cubren los rostros sin mascarillas con las manos.

Aunque San Cristóbal tie­ne otros sectores, solo Jerin­ga revela un cúmulo consi­derado de personas en las calles.

En las esquinas de las es­trechas calles están aglo­merados los motoconchos, quienes no han dejado de brindar servicio de trans­porte a los sancristobal­enses. Estos trabajadores tampoco usan nada que les cubra la nariz ni la boca.

Por otro lado, jóvenes muestran sus sonrisas y co­rren en las calles como cual­quier tarde soleada.
En un recorrido por los barrios Moscú, Las Guan­duleras, Barrio Nuevo y Ma­dre Vieja Norte no se perci­be mucha población en las calles, solo algunas perso­nas sentadas en las aceras o debajo de árboles. Aunque estos cuatro sectores tienen un común denominador: los motoconchistas se protegen con guantes y mascarillas, pero acaparan las esquinas y no guardan una distancia entre uno y otro.

Niños vuelan chichiguas


El río Nigua está seco. Es un acuífero que crece rápida­mente en la temporada ci­clónica. Pese al peligro, de­cenas de personas residen en sus alrededores. Uno de los sectores que se encuentra a la orilla del río es el conoci­do como Zona Verde.

Allí un grupo de infantes que a simple vista podrían tener menos de diez años se ven jugando con chichiguas, pisando descalzos la ardien­te acera, y sin ningún tipo de distanciamiento entre uno y otro. Al contrario, bailan jun­tos al disfrutar que son cap­tados por una cámara.